En la intersección entre el progreso científico y la adopción tecnológica, a menudo encontramos una tensión entre innovación y seguridad. A lo largo del siglo XX, productos como el Gilbert U-238 Atomic Energy Lab, los fluoroscopios para probar zapatos, y los cosméticos radiactivos, ejemplificaron el entusiasmo por las nuevas tecnologías y el desconocimiento, o subestimación, de sus riesgos potenciales.
Estos casos nos ofrecen lecciones valiosas que podemos aplicar a la tecnología moderna, como los teléfonos celulares y las baterías de litio, cuyos efectos a largo plazo aún no están completamente entendidos.
El Gilbert U-238 Atomic Energy Lab, introducido en 1950, es un caso paradigmático de un producto innovador que incluyó materiales radiactivos con la intención de educar y fascinar. A pesar de su naturaleza educativa, el producto fue retirado dos años después de su lanzamiento, en parte debido a preocupaciones sobre la exposición a la radiación, que en ese momento no se entendían completamente. De forma similar, los productos de belleza radiactivos de las primeras décadas del siglo XX, como las cremas “Radior”, que prometían beneficios rejuvenecedores a través del radium, subestimaron gravemente los riesgos asociados con la radiación ionizante. Estos productos eventualmente desaparecieron del mercado a medida que el entendimiento científico sobre los peligros de la radiación aumentó.
Un Recordatorio de la Radiación Descuidada
Los fluoroscopios para probar zapatos, utilizados extensamente hasta los años 50, sirven como un recordatorio de cómo la conveniencia tecnológica puede significar riesgos para la salud. Estos dispositivos exponían a los usuarios y operadores a niveles de radiación significativamente mayores de lo que se consideraría seguro hoy en día, destacando la importancia de regular y evaluar las tecnologías de consumo por sus implicaciones en la salud a largo plazo.
La Era Moderna: Teléfonos Celulares y Baterías de Litio
Avanzando al presente, la omnipresencia de los teléfonos celulares y el uso generalizado de baterías de litio plantean preguntas importantes sobre los efectos a largo plazo de estas tecnologías. Las baterías de litio, por ejemplo, aunque eficientes y efectivas, han mostrado propensión a sobrecalentarse y, en casos raros, incendiarse. Más allá de los riesgos físicos inmediatos, existe una preocupación creciente sobre los efectos biológicos de la exposición prolongada a campos electromagnéticos generados por teléfonos y antenas.
La Cuestión de los 100 Años de Exposición: una pregunta crucial
¿qué efectos podríamos observar después de 100 años de exposición continua a las radiaciones no ionizantes de los celulares y dispositivos similares?
Aunque la investigación actual sugiere que los niveles de radiación emitidos por estos dispositivos están por debajo de los umbrales dañinos establecidos por organismos internacionales de salud, el conocimiento científico está en constante evolución. La epidemiología de largo plazo y los estudios toxicológicos deben seguir expandiéndose para abordar estas exposiciones crónicas.
El enfoque prudente sería seguir evaluando y regulando la tecnología moderna en un marco de precaución informada, similar a cómo se ajustaron las percepciones y regulaciones en torno al radium y la radiación ionizante. La colaboración entre científicos, reguladores y fabricantes es esencial para garantizar que las tecnologías actuales no se conviertan en los desastres sanitarios del mañana.
No solo los científicos, quienes están más capacitados para advertir sobre los efectos ionizantes y la radiación, sino que también debemos considerar efectos menos visibles, como la sobreestimulación, la exposición prolongada de las córneas, la posición cervical, el aislamiento social, el uso de dispositivos como herramientas de calma en niños, y la falta de atención hacia los niños por parte de los adultos que usan estos dispositivos dentro del hogar.
El desafío más grande como psiquiatra he encontrado en mi esfuerzo por prevenir es lograr llegar a los padres para que, en caso que den dispositivos a los niños, puedan entender porqué lo hacen. En el sólo hecho de pensar el porqué, la proa visionaria apunta hacia la esperanza.
“Ya vas a ver cuando tengas hijos” BH.
Entiendo esta respuesta. No la juzgo. Y sí, aún no lo sé como padre. Quizá justamente esta sea, temporalmente, mi momento máximo para poder advertir desde mi lugar a la sociedad
Últimas Palabras
Este contexto nos insta a adoptar un enfoque más holístico en la evaluación de tecnologías, considerando no solo los riesgos físicos inmediatos sino también los efectos psicológicos y sociales a largo plazo. La colaboración entre científicos, reguladores y fabricantes será esencial para garantizar que las tecnologías actuales no se conviertan en los desastres sanitarios del mañana.
Mientras celebramos los avances tecnológicos que definen nuestra era moderna, debemos mantener una vigilancia constante y estar preparados para adaptar nuestras prácticas basadas en el mejor conocimiento científico disponible. Esto nos permitirá no solo proteger la salud pública sino también guiar el desarrollo tecnológico hacia un futuro más seguro y sostenible.
DR.D
Psiquiatría y Mentoring
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